miércoles, 19 de enero de 2011

Orear

Todas las mañanas, al poco de levantarse uno, hay que abrir todas las ventanas y puertas para "orear la casa". Al parecer de un día para otro el aire se vicia o se contamina o algo así, y es imprescindible la diálisis de oxígeno, aun en pleno mes de Enero.

El poco calorcico que impregnaba el salón después de estar toda la tarde con el aire acondicionado puesto se va como alma que lleva el diablo.

Por otra parte, hay que comprar ambientadores para toda la casa por que tiene que oler bien. Olor que cada tarde se empieza a percibir muy muy sutilmente, pero que a la mañana siguiente desaparece con cada oreo.

Todos los días hay que pasar el plumero, polvo que entra a su vez por cada puerta y ventana abierta por el mismo oreo diario.

Yo alego: "La casa no es un gimnasio ni un bar. No está embasada al vacío. Y no me gustan los olores como la banana silvestre. ¿No podríamos orear por ejemplo el viernes, limpiar el sábado y dejar que el piso huela a NADA?"

Y me dice: "Ahora vas a saber tu de colores".

En fin.

jueves, 13 de enero de 2011

El bandera

Los viajes a Cazorla con la aurora, al alba, por la mañana, todas las mañanas o por la tarde, todas las tardes, han dejado de fascinarme. He cambiado mi euforia por resignación. Quizá, como dicen por ahí, porque estamos programados para ser medianamente felices, cuando somos muy felices se nos olvida que podríamos ser menos y, a la inversa, hasta los desgraciados pueden ser por momentos medianamente felices. Todos tendemos a la normalidad en el tema felicidad y a mí, después de varios meses, se me ha terminado normalizando la sensación de tremenda satisfacción.

Hay días que, a la vuelta, puedo ver hasta el brillo de la nieve de las altas cumbres de Sierra Nevada cuando corono Torreperogil. Ya no me ilusiona. Aunque el día esté tan claro que casi pueda ver Gorafe, la Sierra de Baza, y recordar el año que pasé allí más solo que la una; me reflejo en el cristal ¡con una cara de asco!

El otro día hizo mucho frío. Mucho, mucho. El reloj del coche debía marcar apenas 1 grado llegando a Cazorla y, a lo lejos, en medio del tedio general de los obreros de mantenimiento de carreteras había un moro. Vestía un bigote negro zahino arqueado por unas sonrientes mejillas y movía un trozo de tela rojo a modo de bandera tan enérgicamente sobrado que aún le quedaban fuerzas para dedicar sonrisas y muecas a cada coche que pasaba.

Cuando me tocó pasar hizo lo mismo que con mis predecesores al volante. Miró, me buscó, me encontró, meneó la bandera casi hasta romperla y me sonrió. Toma eso!!! ¿Y éste? Feliz.

A la vuelta, tras la jornada, serían las dos, encontré de nuevo al moro en el mismo punto kilométrico. Esta vez no movía una bandera ¿la habría roto? Se había encaramado a un rastrillo y parecía que quería desgastar el asfalto que barría. No le quité ojo porque temía que .... ¡¡seguía riéndose!! ¡¡la madre que lo parió!!

Esta mañana no he visto al moro. Las obras de la carretera han terminado y ya se puede circular por ahí con normalidad. Al volver, he visto brillar la cumbre del veleta y me he parado al coronar Torreperogil para disfrutar de un día claro. He vuelto a normalizarme. Esta vez hacia arriba. La serrata, compadres, la serrata.

Sed felices, amigos.

lunes, 10 de enero de 2011

Pues empezamos bien

El pasado 4 de enero tuvimos noche de parranda en la parcela con los amigotes, con carnes, alcoholes y cumpleaños felices.

A la mañana siguiente, lo de siempre: leves dolores de cabeza, cierto rechazo a la luz (a pesar de tantos meses de nublos), torpeza de movimientos... Otra de tantas.

Pero algo no encajaba, no era la sensación de siempre, la que desaparece con sopa, cervecita, jamón y un buen Ibuprofeno. Y menos cuando ya anocheciendo empezábamos a sentir ciertos hormigueos y el calorcillo frío que fluye hacia las extremidades como la energía de Goku en modo SuperGuerrero.

Saltan las alarmas cuando a la mañana siguiente, tras una noche de pérdida constante de líquidos transpirados por doquier, tenemos la cara tan congestionada que parece que un Pulpo haya pegado su ojete a nuestra cara y se aferrase con todas sus patas.

Se declara en estado de alarma cuando tras una rápida ronda telefónica y de messenger se confirman nuestras sospechas de que todos los asistentes al pasado encuentro, sin excepción, están pasando por lo mismo.

Tos infinita, mocos multicolores, sudor simiesco, dolor de cabeza constante, empanamiento (a pique de quedar rebozados), mesas rebosantes de botes, pastillas y sobres de nombres en la lengua de Mordor, frases sin sentido, noches siniestras.... así he estado hasta hoy. He sido el último en alcanzar la victoria sobre el enemigo (aunque aun percibo sus estertores).

Su puta madre.

martes, 4 de enero de 2011

Año nuevo

A tomar por culo el 2010, año tenebroso que aun arrastraba las neblinas de la ecotumba ocurrida entre 2008 y 2009.

Año en el que a pesar de todo el futbol consiguió producirme sentimientos de "orgullo y satisfacción" y en las mentes del matrimonio se han engendrado algunos proyectos que ojalá den su fruto.

Año en el que he podido conocer a mucha nueva gente, interesante, desinteresada y de buen humor, que es lo que se necesita en estos tiempos.

Año en que el bueno de Agustincillo, pequeño rizado de la comarca, tuvo la idea de organizar un grupete de peculiares trovadores, cada uno en su "estilo", con el fin de desahogar al escritor y colorearle el día al lector.

Año en el que han ocurrido tantas cosas y han terminado etapas, como la de CNN+ o la de fumar en el LOZAKI (anoche lloraba de alegría al salir del Bar sin oler a cenicero).

Y año en el que nosotros, por H o por B, dejamos que esta ideilla se fuera quedando carpeta por desinterés, dejadez, pereza o real falta de tiempo.

Como tantos se proponen al inicio del año perder 2 o 20 Kilos de más, dejar el tabaco, leer tales libros o ducharse todos los días, deberíamos proponernos volver a retomar el buen ritmo de escritura en este "cuaderno" al que tanto tiempo Agustín le dedicó de manera interesante, desinteresada y con muy buen humor.

Proclamo.

Feliz 2011 a todos, escritores y lectores.