viernes, 24 de diciembre de 2010

Los Tiempos del Acero

Encaramadas a un recóndito e inexpugnable acantilado azotado por el mar y la tormenta, las ruinas de la que otrora fuera la torre más alta jamás construida, la que en otro tiempo desafió a los dioses con arrogancia, alberga la soledad de un escriba, un antiguo combatiente que se afana por registrar en viejos pergaminos las glorias de antiguas batallas, las derrotas, que fueron muchas... las victorias, que nunca fueron las suficientes...

Aún escucha el restallar del acero en cada mordida de la espada contra el escudo, el crujir de huesos, el olor a herrumbre, fango y sangre incrustados en su cota de malla. El dolor, las lágrimas, los que cayeron, el efímero sabor agridulce de la venganza, siempre insatisfactoria. El miedo, la angustia, el odio al enemigo.

El eco sordo de todo aquella pesadilla aún perduraba en su corazón, impregnando cada fibra de su ser. Aquella vida de mercenario que hacía tanto abandonó se empeñaba en clavar sus garras haciendo jirones su alma... La echaba tanto de menos...

Cada amanecer el escriba se asoma a las almenas con la esperanza de escuchar el cuerno que lo reclame a la guerra, a su lugar entre sus compañeros... - Pero aquella vida terminó - piensa mientras, unos traicioneros dedos, buscan en vano la empuñadura de su espada.

2 comentarios:

  1. La derrota le hizo más fuerte y la victoria insaciable. Un amanecer impregnado del olor de las más bellas flores será preludio de una nueva batalla, quizá la más importante hasta ahora librada. Mientras tanto ...

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  2. Tiempos duros de hombres duros con mucha flema y poca plata, donde un leve mal gesto hacía salir los oxidados hierros de sus fundas buscando sangre, cosas que sin duda se la ponen dura a Pérez Reverte ;)

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